Mi camino hasta llegar al día de hoy.

Soy curiosa por naturaleza. Ya desde pequeñita me encantaba aprender sobre el universo y la mente humana, para llegar a entender cómo funciona todo.

Yo era una niña muy habladora, divertida y cariñosa, pero solamente en casa. Fuera de ella, era muy tímida y vergonzosa. 

Considero que he sido muy afortunada por muchas cosas de mi vida, pero también he pasado por momentos personales muy duros.

Sin yo saberlo, a los 16 años iba a experimentar la peor etapa de mi vida.

Mis padres se separaron, tuve que irme de mi casa de siempre y abandonar recuerdos y momentos. Tenía buenas relaciones de amistad y pareja, pero no me sentía a gusto del todo, no sabía el qué, pero algo fallaba. Me sentía vacía y sola aún estando rodeada de personas y no soportaba la soledad real. Por otro lado, estudiaba mucho, pero me sentía muy perdida e incomprendida. Comencé a perderle el gusto a todo aquello que siempre me había gustado y ya nada me ilusionaba. Estaba sintiendo una profunda tristeza y apatía.

Mi autoexigencia quería que yo fuese perfecta, tanto por dentro como por fuera, para ser aceptada y querida. Yo creía que debía llegar a todo y a todos, para tener un buen futuro con una carrera, un trabajo estupendo y luego casarme, tener hijos… En resumen, quería el pack completo que nos venden en las películas de lo que se supone que es una vida feliz.

Sin embargo, un día no pude más y toqué fondo. Tenía ansiedad, estrés y mucho dolor acumulado que desembocaron a mis 17 años en una depresión y en un trastorno de la conducta alimenticia (TCA).

Al principio no era consciente de que estaba pasando por todo eso y simplemente era infeliz. Fue cuando mi dolor ya era insostenible, que tanto yo como mi entorno nos dimos cuenta de que había un gran problema. 

Ahí comencé a ir a terapia y ser ayudada por profesionales. Pero sin duda, lo que a mí personalmente más me ayudó, fue adentrarme en el mundo del crecimiento personal y empezar los 2 procesos esenciales en la vida de todo ser humano: el autoconocimiento y amor propio.

Es un proceso que requiere paciencia con uno mismo, pues de la noche a la mañana, no se sanan todas las heridas del alma.

Desde entonces, pasé por muchas subidas y bajadas. Miré cara a cara a mis demonios, pero también descubrí todas mis luces y mi enorme potencial, el cual todo ser humano tiene en su interior. 

Seguí con mi vida, haciendo cambios en mí misma y eso se fue proyectando fuera. Amándome y reconciliándome conmigo y mi soledad, comencé a tener otro tipo de relaciones más sanas, libres y conscientes. 

Haber experimentado tan de cerca el sufrimiento, la ansiedad y el estrés, es lo que me fue llevando a descubrir lo que realmente me llenaba, mi vocación, en lo que quería dedicar mi tiempo y poner toda mi pasión: ayudar a otras personas a encontrar su bienestar, tanto interno como externo, el cual se logra empezando por tener una buena relación con uno mismo

Como ya había experimentado tantos cambios en mi vida, no tuve miedo a empezar de cero. Reinventarse es crecer.

Toda mi formación y mi experiencia profesional acompañando a muchas personas, es lo que me ha llevado a crear mi propia metodología de trabajo basada el la PNL, trabajando con creencias, el Coaching y la Inteligencia Emocional, para indagar y gestionar las emociones y pensamientos; y la Neurociencia, para entender cómo funciona nuestro cerebro y cuerpo por dentro; y cómo se proyecta todo eso externamente.

Mi camino no acaba aquí, pues me encanta aprender y quiero ofrecer lo mejor de mí a las personas con las que trabajo. Por ello, para mí es imprescindible estar actualizada y seguir estudiando constantemente.

 


APRENDIENDO CÓMO RELACIONARNOS DE FORMA SANA

¿Cómo se me ocurrió dedicarme exclusivamente a la psicología del amor y las relaciones?

Desde pequeñita yo me fijaba en cómo se relacionaban las personas de mi entorno y la sociedad en general. Observé mucho sufrimiento e infelicidad tras fachadas relucientes. Fue entonces cuando yo ya me preguntaba: ¿así es el amor? 

Yo era la típica que vio TODAS (así en mayúscula) las películas de amor romántico que había. Me parecían preciosas todas las historias y cómo eran felices al final, pese a los obstáculos. Por ello, me imaginé que yo también las viviría y sería muy feliz.

Fue cuando empecé a salir con chicos, que me di cuenta de lo complejo que era todo. Que al principio todo era muy tierno e inocente y con el tiempo, llegaban los encontronazos, no había comunicación, los desprecios, las bombas de humo, el dar por hecho y dejar de cuidar, el fin de los planes nuevos y la llegada de la rutina, las diferentes visiones de futuro, la distancia y enfriamiento, el fin de la ilusión, etc… 

Yo soy una persona muy intensa y sentimental y he llorado a más no poder por amor. Alguna vez me han dejado y es horrible, pero reconozco que aún más me ha dolido dejar yo a alguien amándolo aún. Te puedes preguntar y, ¿cómo es eso? Pues todo parecía estar bien, pero yo internamente sentía que algo fallaba y aunque pasaba el tiempo, no era solo una mala racha.  A mí literalmente se me partía el alma, pues sentía una lucha interna entre seguir así o ponerle fin, a todo.

Tomar la decisión de separar los caminos aún habiendo amor, no es fácil, pero a veces, es necesaria. Ahí descubrí que el amor, no lo es todo, se necesitan más cosas. Más allá de la atracción y conexión, tenemos ciertas necesidades

Fue entonces, cuando viví la ruptura más dolorosa de mi vida, cuando toqué fondo y comencé a mirar hacia dentro. Parece ser que tenía que alejarme de todo y ocuparme de mí, para realmente sanar mis cosas internamente, conocerme y amarme de verdad, por primera vez, ganar autoestima y confianza.

Gracias a todo lo que viví, comprendí que mis relaciones con otras personas y áreas como el trabajo o estudios, no podían estar equilibradas ni en calma, ni sentirme del todo satisfecha, hasta que yo estuviera bien conmigo misma. 

Me di cuenta de que el AMOR y las RELACIONES son el temazo de nuestra vida, ya que somos seres sociales. No nos enseñan a cómo tener relaciones exitosas tanto con uno mismo como con otros, ni a gestionar conflictos, poner límites, saber comunicar, etc… Precisamente por eso, me sumergí en muchísimos libros y estudios psicológicos, seguí a gurús y analicé mi propia vida amorosa.

Pronto entendí que tener una relación de pareja sana y consciente es posible si sabes cómo. En realidad, el mundo de las relaciones no es tan complejo y para tener éxito hay que seguir dos pasos: 

1º. Comprenderse y quererse a uno mismo de verdad

      Para ello, es necesario conocerse a uno mismo, desarrollar una buena autoestima y autocompasión. Cuando te amas, dejas de relacionarte con otros por necesidad, cayendo en relaciones en las que no eres feliz.

2º. Comprender al resto de personas que te rodean. 

      Los demás son humanos como tú, con sus luces y sus sombras. Al aceptar eso primero en ti y dejar de juzgar, desarrollas una gran empatía.

El tema me pareció de lo más interesante para mí, y empecé a compartir por mis redes sociales todo lo que sabía, para poder aportar un poco de luz a otros. Resulta que sin imaginarme lo que supondría, ayudé a muchísimas personas que me hablaban para agradecérmelo y también preguntarme más. Por otro lado, mis personas cercanas empezaron a pedirme consejo y ayuda. Fue entonces, cuando descubrí que me apasionaba ayudar a otros en temas de relaciones.

Gracias a mi propia mejora y todo lo que había aprendido, vi una gran oportunidad y empecé a replantearme verlo de un modo profesional. Y aquí he llegado.

Actualmente, tras estar formándome en Neurociencia, PNL, Coaching, Inteligencia Emocional y Psicología del Amor, pero sobre todo, gracias a mi toda experiencia personal, he entendido que aprender a relacionarse con uno mismo, construyendo un buen Amor Propio, es la base para posteriormente, poder cultivar buenas, sanas y conscientes relaciones de pareja u otros vínculos afectivos

Todo mi recorrido ha hecho que hoy esté aquí para ayudarte en lo que pueda y tú necesites.




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¡Hola, soy Andrea Payán!

menos peso

Especializada en ayudarte a comprender tu relación contigo mismo y con otras personas para mejorar tu vida amorosa.

Te voy a contar tanto mi recorrido personal como profesional, aunque creo te interesará más saber cómo puedo ayudarte.

Mi camino hasta llegar al día de hoy.

Soy curiosa por naturaleza. Ya desde pequeñita me encantaba aprender sobre el universo y la mente humana, para llegar a entender cómo funciona todo.

Yo era una niña muy habladora, divertida y cariñosa, pero solamente en casa. Fuera de ella, era muy tímida y vergonzosa. 

Considero que he sido muy afortunada por muchas cosas de mi vida, pero también he pasado por momentos personales muy duros.

Sin yo saberlo, a los 16 años iba a experimentar la peor etapa de mi vida.

Mis padres se separaron, tuve que irme de mi casa de siempre y abandonar recuerdos y momentos. Tenía buenas relaciones de amistad y pareja, pero no me sentía a gusto del todo, no sabía el qué, pero algo fallaba. Me sentía vacía y sola aún estando rodeada de personas y no soportaba la soledad real. Por otro lado, estudiaba mucho, pero me sentía muy perdida e incomprendida. Comencé a perderle el gusto a todo aquello que siempre me había gustado y ya nada me ilusionaba. Estaba sintiendo una profunda tristeza y apatía.

Mi autoexigencia quería que yo fuese perfecta, tanto por dentro como por fuera, para ser aceptada y querida. Yo creía que debía llegar a todo y a todos, para tener un buen futuro con una carrera, un trabajo estupendo y luego casarme, tener hijos… En resumen, quería el pack completo que nos venden en las películas de lo que se supone que es una vida feliz.

Sin embargo, un día no pude más y toqué fondo. Tenía ansiedad, estrés y mucho dolor acumulado que desembocaron a mis 17 años en una depresión y en un trastorno de la conducta alimenticia (TCA).

Al principio no era consciente de que estaba pasando por todo eso y simplemente era infeliz. Fue cuando mi dolor ya era insostenible, que tanto yo como mi entorno nos dimos cuenta de que había un gran problema. 

Ahí comencé a ir a terapia y ser ayudada por profesionales. Pero sin duda, lo que a mí personalmente más me ayudó, fue adentrarme en el mundo del crecimiento personal y empezar los 2 procesos esenciales en la vida de todo ser humano: el autoconocimiento y amor propio.

Es un proceso que requiere paciencia con uno mismo, pues de la noche a la mañana, no se sanan todas las heridas del alma.

Desde entonces, pasé por muchas subidas y bajadas. Miré cara a cara a mis demonios, pero también descubrí todas mis luces y mi enorme potencial, el cual todo ser humano tiene en su interior. 

Seguí con mi vida, haciendo cambios en mí misma y eso se fue proyectando fuera. Amándome y reconciliándome conmigo y mi soledad, comencé a tener otro tipo de relaciones más sanas, libres y conscientes. 

Haber experimentado tan de cerca el sufrimiento, la ansiedad y el estrés, es lo que me fue llevando a descubrir lo que realmente me llenaba, mi vocación, en lo que quería dedicar mi tiempo y poner toda mi pasión: ayudar a otras personas a encontrar su bienestar, tanto interno como externo, el cual se logra empezando por tener una buena relación con uno mismo

Como ya había experimentado tantos cambios en mi vida, no tuve miedo a empezar de cero. Reinventarse es crecer.

Toda mi formación y mi experiencia profesional acompañando a muchas personas, es lo que me ha llevado a crear mi propia metodología de trabajo basada el la PNL, trabajando con creencias, el Coaching y la Inteligencia Emocional, para indagar y gestionar las emociones y pensamientos; y la Neurociencia, para entender cómo funciona nuestro cerebro y cuerpo por dentro; y cómo se proyecta todo eso externamente.

Mi camino no acaba aquí, pues me encanta aprender y quiero ofrecer lo mejor de mí a las personas con las que trabajo. Por ello, para mí es imprescindible estar actualizada y seguir estudiando constantemente.

¿Cómo se me ocurrió dedicarme exclusivamente a la psicología del amor y las relaciones?

Desde pequeñita yo me fijaba en cómo se relacionaban las personas de mi entorno y la sociedad en general. Observé mucho sufrimiento e infelicidad tras fachadas relucientes. Fue entonces cuando yo ya me preguntaba: ¿así es el amor? 

Yo era la típica que vio TODAS (así en mayúscula) las películas de amor romántico que había. Me parecían preciosas todas las historias y cómo eran felices al final, pese a los obstáculos. Por ello, me imaginé que yo también las viviría y sería muy feliz.

Fue cuando empecé a salir con chicos, que me di cuenta de lo complejo que era todo. Que al principio todo era muy tierno e inocente y con el tiempo, llegaban los encontronazos, no había comunicación, los desprecios, las bombas de humo, el dar por hecho y dejar de cuidar, el fin de los planes nuevos y la llegada de la rutina, las diferentes visiones de futuro, la distancia y enfriamiento, el fin de la ilusión, etc… 

Yo soy una persona muy intensa y sentimental y he llorado a más no poder por amor. Alguna vez me han dejado y es horrible, pero reconozco que aún más me ha dolido dejar yo a alguien amándolo aún. Te puedes preguntar y, ¿cómo es eso? Pues todo parecía estar bien, pero yo internamente sentía que algo fallaba y aunque pasaba el tiempo, no era solo una mala racha.  A mí literalmente se me partía el alma, pues sentía una lucha interna entre seguir así o ponerle fin, a todo.

Tomar la decisión de separar los caminos aún habiendo amor, no es fácil, pero a veces, es necesaria. Ahí descubrí que el amor, no lo es todo, se necesitan más cosas. Más allá de la atracción y conexión, tenemos ciertas necesidades

Fue entonces, cuando viví la ruptura más dolorosa de mi vida, cuando toqué fondo y comencé a mirar hacia dentro. Parece ser que tenía que alejarme de todo y ocuparme de mí, para realmente sanar mis cosas internamente, conocerme y amarme de verdad, por primera vez, ganar autoestima y confianza.

Gracias a todo lo que viví, comprendí que mis relaciones con otras personas y áreas como el trabajo o estudios, no podían estar equilibradas ni en calma, ni sentirme del todo satisfecha, hasta que yo estuviera bien conmigo misma. 

Me di cuenta de que el AMOR y las RELACIONES son el temazo de nuestra vida, ya que somos seres sociales. No nos enseñan a cómo tener relaciones exitosas tanto con uno mismo como con otros, ni a gestionar conflictos, poner límites, saber comunicar, etc… Precisamente por eso, me sumergí en muchísimos libros y estudios psicológicos, seguí a gurús y analicé mi propia vida amorosa.

Pronto entendí que tener una relación de pareja sana y consciente es posible si sabes cómo. En realidad, el mundo de las relaciones no es tan complejo y para tener éxito hay que seguir dos pasos: 

1º. Comprenderse y quererse a uno mismo de verdad

      Para ello, es necesario conocerse a uno mismo, desarrollar una buena autoestima y autocompasión. Cuando te amas, dejas de relacionarte con otros por necesidad, cayendo en relaciones en las que no eres feliz.

2º. Comprender al resto de personas que te rodean. 

      Los demás son humanos como tú, con sus luces y sus sombras. Al aceptar eso primero en ti y dejar de juzgar, desarrollas una gran empatía.

El tema me pareció de lo más interesante para mí, y empecé a compartir por mis redes sociales todo lo que sabía, para poder aportar un poco de luz a otros. Resulta que sin imaginarme lo que supondría, ayudé a muchísimas personas que me hablaban para agradecérmelo y también preguntarme más. Por otro lado, mis personas cercanas empezaron a pedirme consejo y ayuda. Fue entonces, cuando descubrí que me apasionaba ayudar a otros en temas de relaciones.

Gracias a mi propia mejora y todo lo que había aprendido, vi una gran oportunidad y empecé a replantearme verlo de un modo profesional. Y aquí he llegado.

Actualmente, tras estar formándome en Neurociencia, PNL, Coaching, Inteligencia Emocional y Psicología del Amor, pero sobre todo, gracias a mi toda experiencia personal, he entendido que aprender a relacionarse con uno mismo, construyendo un buen Amor Propio, es la base para posteriormente, poder cultivar buenas, sanas y conscientes relaciones de pareja u otros vínculos afectivos

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